Origen del malestar en:
-el ser humano
-la sociedad actual
Según Freud, el origen del malestar
en el ser humano parte de tres
fuentes. La naturaleza hostil, la propia constitución del cuerpo mortal y sus
enfermedades y la insatisfacción de la relación con los otros y con las
instituciones culturales.
Ésta última es sobre la que podemos
trabajar. En realidad, la cultura
refleja la esencia del ser humano, su insatisfacción.
La fuente del malestar se encuentra
en un intento de dominación de los instintos y con la imposibilidad de acceder
a lo real. Es por ello que insistirá ese real y viviremos en un malestar que no
puede ser erradicado. Además, desde que nacemos tenemos un proceso de renuncia
pulsional y de canalización de la agresividad, teniendo que renunciar a nuestro narcisismo y
aprendiendo a relacionarnos con los otros. El ser humano es producto del
desencuentro naturaleza-cultura mediante el lenguaje.
Actualmente, el malestar es producto
de una determinada evolución donde prevalece el decaimiento de la función
paterna con todo lo que ello implica de dificultad para que los individuos
puedan sujetarse en una ley que favorezca un posicionamiento constructivo hacia
la autoridad. El precepto hoy en día está en el goce inmediato, en la ley del
consumo. Lo esencial es gozar. Es por ello que surge una desintegración del
sujeto y una acentuación de enfermedades o malestares narcisistas que surgen en
cualquier estructura.
Así, no se considera al sujeto como
responsable de sus actos. La objetividad se presenta como una meta imaginaria y
la subjetividad es algo prescindible. Se
pierde la subjetividad, el deseo que sostiene el sujeto. En este terreno es
donde surge la depresión, los problemas alimenticios, la ansiedad, etc.
El origen del malestar en la sociedad actual está en la presión del
Otro social hacia la demanda de goce.
Actualmente, la figura paterna ha funcionado para favorecer el pasaje del
sujeto de la naturaleza a la cultura, de ahí surge la castración que se refiere
a la satisfacción que debe ser sustraída del sujeto a in de desprenderlo de su
tendencia natural narcisista. La modernidad se caracteriza por la declinación
de la imago paterna como una crisis psicológica cuyas consecuencias son los
nuevos malestares tanto en el campo de la psicosis como en el de la neurosis.
La disolución perversa del concepto de autoridad muestra sus repercusiones en
el debilitamiento de la transmisión de las insignias del ideal del yo, y acaba
por generar efectos de retorno de agresividad.
Gustavo Dessals habla de que el
síntoma actual tiene que ver con el autismo y la promoción exacerbada del
individualismo que se apoya en el deseo de gozar. El síntoma se basa en una
concentración del goce.
El derecho al goce impulsa a
franquear toda la barrera que se interponga al goce. Es el tormento de la
felicidad que se ha vuelto obligatoria, en lugar de deseable.
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