miércoles, 19 de diciembre de 2012

DOLOR AGUDO, CRÓNICO. RELACIÓN CON LA DEPRESIÓN Y NEUROSIS


Evolución del concepto de dolor hasta nuestros tiempos.

Históricamente el dolor ha sido considerado desde el punto de vista psicológico y fisiológico. Ello ya hacía ver, las diferentes dimensiones del dolor. Por ejemplo, desde la filosofía, Aristóteles, entendía la experiencia del dolor como una emoción. Descartes lo consideraba el resultado de estímulos nocivos, etc. Por otra parte, los sacerdotes sugerían que la experiencia de dolor era impuesta por Dios como una prueba de fe o una forma de castigo por el pecado original u otros.

En el siglo XIX, se fija el modelo fisiológico o unidimensional. Ya Avicena, Galeno y Descartes concebían el dolor como una sensación específica, con su propio aparato sensitivo independiente del tacto y de los sentidos. Esto mismo sería desarrollado en 1858 con la teoría de la especificidad de Shciffen, y en 1885, con la teoría de la intensidad de la mano de Goldscheider.  Se concibe el dolor como una función únicamente de tipo sensitivo, en la que la cantidad de dolor experimentado debía ser directamente proporcional a la cantidad de tejidos alterados. Por tanto, el dolor sería unidimensional, siendo influido sólo a nivel fisiológico.

Posteriormente, se rompe con el modelo fisiológico al reconocer la interacción compleja de otros factores en el dolor crónico, como los factores fisiológicos, los psicológicos y los sociales, tanto en la percepción como en la elaboración del dolor. Las investigaciones de los años 70 muestran que el dolor es un complejo fenómeno multidimensional, modulado por la interacción de las dimensiones sensorial-discriminativa, motivacional-afectiva y el control central de sus procesos. Esto se ve rebatido en las teorías de la puerta y Neuromatriz de Melzack y Wall. En ambas, se enfatiza el papel del cerebro en la percepción del dolor. Así Melzack y Casey (1968) propusieron tres dimensiones fundamentales del dolor, que son las siguientes:

ü  Dimensión sensorial: se refiere a la transmisión de la estimulación nociva y explica la intensidad del dolor así como su localización.

ü  Dimensión afectiva: hace referencia a la caracterización que la persona hace del dolor cuando le pone adjetivos. Son cualidades que se pueden asociar con estados de ansiedad.

ü  Dimensión cognitiva: esta dimensión se refiere a la evaluación que el/la paciente realiza de su propia reflexión sobre el dolor. Aquí juega un papel importante la atención que prestamos sobre nuestro dolor.

Así, hoy día el dolor se considera como vivencia subjetiva, en la que la personalidad del sujeto tiene gran importancia, y en la que no existe una correlación directa y cuantitativa entre la intensidad de la experiencia dolorosa y la magnitud de la lesión histológica.

Dolor agudo del dolor crónico.

El dolor agudo aparece rápidamente y su duración es inferior a los 6 meses. Suele ir asociado a un problema orgánico o estructural. Cuando desaparece la causa, disminuye el dolor. Vamos a citar varios ejemplos:

·         Con una gripe puede doler la cabeza. En este caso hay un virus que está produciendo la enfermedad, y uno de los síntomas es el dolor de cabeza por la fiebre. Pero cuando desaparece el virus, desaparece el dolor.

·         Dolor por un golpe en la mano. La mano se inflamaría, y los síntomas de la inflamación son dolor, rubor y calor. Cuando la inflamación descendiera, el dolor desaparecería.

·         Lumbago, producido al agacharse al coger un peso. Se produce una lesión mecánica por un mal movimiento y se contractura el músculo. Cuando disminuye la contractura, desciende el dolor.

·         Dolor de estómago por gastritis por la toma de medicamentos antiinflamatorios. Cuando se deja el antiinflamatorio, desaparece el dolor de estómago.

El dolor crónico se alarga en el tiempo de forma prolongada y se asocia frecuentemente a un alto grado de ansiedad y posterior depresión. Podemos poner varios ejemplos:

·         Dolor crónico de espalda en una persona de 14 años. Le han hecho placas y RMN y no le han visto ninguna lesión. El médico achaca el dolor a malas posturas. El niño refiere mayor dolor en épocas de exámenes. En este caso, la ansiedad está jugando un papel modulador en el problema.

·         Mujer de 30 años, con dolores generalizados desde los 15, que presenta a mayores un lumbago desde hace 7 meses, que no disminuye con medicamentos. Las placas y las radiografías han detectado una pequeña protrusión no compresiva, que no es suficiente para explicar la intensidad de dolor del cuadro.

·         Hombre de 40 años con dolor de estómago con cólicos abdominales periódicos, desde los 18 años. Se le acentúan cuando hay conflictos familiares. Dificultad para expresar sus sentimientos. Este factor es modulador del problema que padece.  

 

Reflexión personal sobre el dolor crónico y la depresión.

Hoy en día aún no se sabe si el dolor crónico y la depresión son causa y efecto, moduladores uno del otro, o van correlacionados. Lo que sí está claro es que después de un periodo largo de dolor aparece cansancio físico y emocional, y esto podría ser una de las causas de depresión. Además, el paciente con dolor crónico tiene niveles disminuidos de serotonina, lo que ocurre también con pacientes con depresión.

Yo trabajo como fisioterapeuta y mi experiencia personal es que, los pacientes depresivos refieren más “sensación de vacío” en la zona del parietal, vértigos y mareos. Son los pacientes con ansiedad los que sufren más de dolor crónico, especialmente producido por contracturas musculares de mucho tiempo de evolución, y por tensión en la zona abdominal, pecho y cráneo (zona occipito-temporal y esfenoides).

El dolor en los pacientes de mucho tiempo de evolución se suele presentar en un hemicuerpo, reflejando probablemente una falta de equilibrio corporal. Suelen ser sujetos con problemas de ansiedad o conflictos no solucionados. La terapia manual les ayuda a eliminar tensiones, y se producen cambios en la forma de comunicarse.

Los casos de depresión son diferentes. No muestran tensión muscular, pero sí mucha tensión a nivel abdominal, del pecho, con sensación de vacío a nivel del parietal. La terapia manual no produce mejoría, incluso a veces produce un empeoramiento de los síntomas. Sólo suelen mejorar las depresiones posteriores a una época de ansiedad aguda.

En mi experiencia clínica he visto más asociado el dolor crónico con estados y rasgos de ansiedad, y la depresión más asociada a vértigos, mareos, sensación de vacío a nivel craneal y a nivel del plexo solar. Por tanto, el dolor crónico estaría asociado con la ansiedad, y la depresión sólo en los casos en que ésta estuviera asociada también a problemas ansiosos. Esto podría apoyarse también en el postulado de que los síntomas depresivos suelen aparecer después del dolor; y que no todos los pacientes con dolor responden al tratamiento con fármacos antidepresivos. Esto último lo he visto yo en pacientes con dolor crónico que reciben tratamiento antidepresivo, en los cuales hay una mejoría a corto plazo, pero a largo plazo los síntomas vuelven en la misma cuantía.

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