Pautas de alimentación más adecuadas
para llevar una vida sana y equilibrada.
Las pautas son las siguientes:
·
Comer
5 veces al día. Así, no entra tanta ansiedad por comer. No deben ser comidas copiosas,
sí equilibradas.
·
No
pasar más de tres o cuatro horas entre comidas. Entre éstas se puede comer
fruta, quesos, tortitas de arroz, un yogur,… algún alimento hipocalórico, para
consumir a media mañana y media tarde.
·
Comer
siempre a la misma hora es importante, porque así nos aparecerá el hambre en el
momento de la comida. Los horarios de las comidas es más importante en personas
con depresión y/o ansiedad.
·
El
desayuno es la comida más importante del día. No olvidar comer suficientes
proteínas (pan integral, pechuga de pavo, quesos,…)
·
Las
cenas deben ser ligeras, porque ya o se gasta energía a posteriori.
·
Disminución
del consumo de grasas en nuestra alimentación, especialmente las grasa
saturadas, como las de la bollería industrial. Al reducir las grasa, nos
encontramos mejor física y psicológicamente.
·
Los
ácidos grasos Omega-3 ayuda a reducir los síntomas de la depresión. Se
encuentra en el pescado azul.
·
Los
hidratos de carbono son básicos, formando parte de la base de la pirámide
alimentaria, y si puede ser los de absorción lenta (productos integrales).
Alimentos con hidratos de carbono son las frutas, legumbres, pasta, arroz, etc.
·
Reducir
el consumo de azúcar refinado al máximo. El azúcar refinado estropea la
dentadura y puede generar mayor irritabilidad en la persona que lo consume.
·
Los
ácidos grasos esenciales, presentes en los frutos secos, el aguacate, la
margarina, son importantes en el desarrollo del SNC. Se encuentra en los frutos
secos, el aguacate, la margarina,…
El tabaco y su relación con la
ansiedad y la depresión.
Hay evidencia científica sobre la
relación entre la adicción al tabaco y la ansiedad y la depresión. A las
personas con ansiedad y/o depresión, les cuesta más dejar de fumar, y en caso
de conseguirlo, hay un mayor índice de recaída.
Las personas con depresión
suelen ya padecerla cuando empiezan a fumar, manteniéndose la enfermedad
durante todo el proceso de la adicción y en la recaída. El tabaco sirve como
regulador de la ansiedad y el estado anímico.
Entre un 31 a un 61% de los pacientes
con depresión, tienen adicción al tabaco. Cuando intentan dejar de fumar,
aumenta el nivel de afecto negativo más que en las personas sanas, lo que
dificulta el mantenimiento de la abstinencia del tabaco. La depresión produce
apatía, irritabilidad, descuido de uno mismo,… y aumenta las conductas de
riesgo, como el fumar. Se produce una autodestrucción del propio individuo.
Las personas con ansiedad
fuman con más frecuencia, hasta llegar a un índice de un 50%. El tabaco sirve
de regulador de la ansiedad, teniendo un efecto ansiolítico. Al intentar dejar
el tabaco, los síntomas de abstinencia son más graves.
No hay que olvidar la relación del
consumo de tabaco con determinadas situaciones: el cigarro con el café, fumar
saliendo de fiesta,… En estos contextos, aumenta el craving (deseo por fumar).
Las personas depresivas tienen más
dificultad para dejar de fumar, y las personas ansiosas llevan peor los
síntomas de abstinencia, aumentando el número de recaídas.
Por tanto, el los tratamientos de
deshabituación o de dejar de fumar, se debe evaluar y tratar si fuera preciso
otros síntomas psicológicos, porque sino, la recaída será frecuente. Se debe
abordar la relación con su familia, y su forma de afrontar las situaciones
cotidianas.
Efectos positivos y negativos del
alcohol y opinión personal.
Los beneficios del consumo
moderado del alcohol, y en particular, del vino y la cerveza, han sido
demostrados en múltiples investigaciones. En 1974 Room y Day llegaron a la
conclusión de que existía una relación e forma de U entre el consumo de alcohol
y la mortalidad. Los bebedores ligeros y
moderados ( entre 1 y 5 copas de vino al día o su equivalente en otro tipo de
alcohol) tenían mejores perspectivas de vida, mientras que los no bebedores y
los grandes bebedores mostraban el riesgo más alto de mortalidad.
El consumo moderado de alcohol reduce
la mortalidad en cuanto a las enfermedades cardiovasculares en general, y en
particular, de la cardiopatía isquémica. Se cree que la ingesta de alcohol provoca una elevación
de las lipoproteínas de alta densidad (HDL), que produce una disminución del
LDL (el colesterol nocivo).
También hay una relación entre
alcohol y depresión. Los abstemios y grandes bebedores presentan más incidencia
de depresión que los bebedores moderados.
Además, el alcohol sirve como
instrumento de socialización. Los amigos suelen quedar para “tomar unos vinos o
cortos”.
Pero los efectos negativos del
consumo excesivo del alcohol pueden ser muy elevado. De los órganos más
afectado es el hígado. Se acumula grasa en el hígado, provocando su
engrosamiento, y sino se para el consumo de alcohol, aparece muerte de las
células y hepatitis. A los 20 años de consumo excesivo de alcohol provoca cirrosis
y/o cáncer de hígado.
Puede aparecer coma etílico, y el
sujeto morir por insuficiencia respiratoria. Los alcohólicos tienen dos veces
más probabilidades de fallecer por una insuficiencia respiratoria que aquellos
que no beben alcohol.
Afecta al funcionamiento del corazón.
Produce oxidación de los ácidos grasos en el miocardio y deprime, además, la
capacidad del propio miocardio para contraerse lo que repercute en el
funcionamiento normal del corazón.
No hay que olvidar los daños
producidos en el cerebro, con la encefalopatía de Wernicke o de Korsakoff, las
situaciones de malos tratos asociados al abuso de alcohol, muertes o
paraplejías por conducción bajo los efectos del alcohol, síndrome de alcohol
fetal en los bebés de mujeres alcohólicas, pérdida de empleo, pérdida de
amistades, pérdida de familia,…. Algunas veces llegando a la mendicidad.
Mi opinión es que el consumo de
alcohol debe ser tolerado por la sociedad, pero educar hacia un consumo
moderado. En las personas en las que aparezca adicción al alcohol, sobre todo
si hay daños orgánicos, el objetivo del tratamiento será la abstinencia total.
Tener en cuenta el fenómeno de abuso de alcohol de fin de semana, importado del
modelo británico. Aunque no aparezcan daños orgánicos, la borrachera hace perder
el control sobre la conducta, aumentando el riesgo de no utilizar el
preservativo en las relaciones sexuales (aumento de embarazos no deseados,
transmisión de enfermedades de transmisión sexual como el VIH,…), aumenta las
peleas, actos de vandalismo,… El objetivo será el consumo moderado de alcohol,
y no salir a buscar la borrachera, sino a divertirse de forma responsable.
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