Demencia tipo Alzheimer.
Características generales.
Cuando el sujeto empieza a olvidarse de sus recuerdos puede aparecer una
negación ante la enfermedad, ante la posibilidad de perder todos sus recuerdos,
que le componen a sí mismo. La demencia es un duelo, una pérdida muy difícil de
superar, y que puede remover conflictos intrapsíquicos inconscientes.
Fue el
neurólogo alemán Alois Alzheimer (1864-1915), quien dio su nombre a la
enfermedad. Corría el año 1906, cuando
observó cambios anormales en el tejido cerebral de una mujer, fallecida por lo
que, suponían, era una enfermedad mental “extraña”. Estos cambios, hoy día, se
conocen como signos característicos de la enfermedad de Alzheimer.
Se trata de una enfermedad degenerativa de
las células cerebrales (neuronas), de carácter progresivo y de origen aún desconocido.
Se caracteriza, principalmente, por la aparición lenta de síntomas, que van a
ir evolucionando a lo largo de los años. La enfermedad de Alzheimer es un tipo de
demencia y supone el 80% de las mismas.
En la fase
inicial del
Alzheimer, se produce pérdida de memoria y desorientación temporal y/o
espacial, en la mayoría de los casos. El paciente es consciente de la
enfermedad, e intenta minimizar los síntomas. Es la fase del duelo.
En una
segunda etapa, el enfermo
pierde fluidez en el lenguaje, tiene dificultades para vestirse y necesita
ayuda constante, para realizar las actividades cotidianas. Pueden aparecer
ideas delirantes o de persecución, incontinencia, deambulación.
En la fase avanzada, la incapacidad es profunda y el enfermo ya no es
capaz de valerse por sí mismo. Su personalidad experimenta alteraciones
irreversibles, deja de hablar, no reconoce a sus allegados y presenta
incontinencia total o parcial. Asimismo, aumenta la rigidez de sus músculos (va
quedando confinado, progresivamente, a una silla de ruedas y, finalmente, a la
cama) y aparecen otras complicaciones -ansiedad, angustia, agresividad o
depresión-. Se conserva la memoria emocional.
Las
características generales del Alzheimer
son:
·
Enfermedad neurodegenerativa (de las células cerebrales -las neuronas-), de
carácter progresivo, crónico y de origen desconocido.
·
De progresión lenta.
·
Comienza con problemas de memoria y termina con daño cerebral grave
(cerebro con placas seniles y ovillos neurofibrilares).
·
La evolución varía, según la persona.
·
Está íntimamente ligada al envejecimiento.
·
Los pacientes con Alzheimer viven un promedio de entre 8 y 10 años, después
de haber sido diagnosticados.
·
Es una enfermedad multifactorial; se compone de factores genéticos y
ambientales.
Reflexión personal sobre el
envejecimiento y sus consecuencias (personales, sociales, familiares, etc)
En nuestra sociedad, envejecer tiene una connotación peyorativa negativa.
La persona mayor llega a ser vista como un estorbo, que interfiere en la vida que
el joven quiere llevar, sin responsabilidades ni lazos que le aten.
En otras sociedades como la japonesa, la persona de tercera edad se
considera como sabia, y los jóvenes escuchan sus consejos. Hace pocas semanas,
hubo un escándalo en la sociedad japonesa porque uno de sus ministros mencionó
que la eutanasia podía ser válida en personas mayores con enfermedades crónicas
graves. En Japón, la sociedad cuida a sus mayores con benevolencia, hasta el
día que se mueren.
Sí que es cierto que a medida que nos hacemos mayores tenemos más
posibilidades de enfermar, y de tener enfermedades crónicas. Mi médico de
Medicina Interna me dijo: “lo que vayas cogiendo a partir de los 40 ya no se
cura, sólo hay remedios paliativos”. Y hay una disminución de la agudeza de los
sentidos (oído, vista), disminución de la fuerza muscular, disminución de la
memoria, mayor dificultad para solucionar problemas (“me aturullo más ahora de
mayor”). Sin olvidarnos de los cambios estéticos, en una sociedad donde el
triunfo es sinónimo de belleza.
A medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo aptitudes, facultades,…
Decía Neymeyer: “ A lo largo de la vida perderemos todo poco a poco, y lo
último que perdemos es nuestra vida”. El envejecimiento es un proceso
complicado en el que hay un gran número de duelos. El narcisismo y la pulsión
son conmovidos de manera decisiva.
Nos planteamos nuestra vida, y podemos verla vacía de sentido, sin
propósito, y cercana la muerte. La espiritualidad, y el haber encontrado un
sentido a nuestra vida, predice una mejor adaptación a la vejez.
Pero no debemos olvidarnos de la sabiduría asociada al paso de los años.
Se considera que una persona no puede
ser sabia hasta los 50 años. La sabiduría
es la capacidad que se desarrolla a través del
ejercicio de la mente, especialmente del uso de la inteligencia, la razón y
la reflexión. La sabiduría es una capacidad que se vincula normalmente con la
edad ya que se considera que una persona, mientras más anciana es, mayor caudal
de experiencias, sensaciones y tiempo de vida tiene encima por lo cual su
riqueza sensorial, intelectual y emotiva es mucho más grande y
está mucho más desarrollado que en el caso
de las personas jóvenes. Esto era especialmente entendido así en las
civilizaciones antiguas como las egipcias, las griegas, las asiáticas y las
precolombinas que tuvieron lugar en América.
Por tanto, el envejecimiento es una pérdida de capacidades y aptitudes,
pero tiene un camino hacia una posible sabiduría. El escuchar a nuestros mayores, nos
aportará conocimiento y sensatez. Este modelo debe ser tomado por la cultura
occidental, y volver a valorar cómo se debe a nuestros mayores.
Intervención psicológica con
cuidadores de personas con demencia tipo Alzheimer.
La enfermedad de Alzheimer suele durar entre 8-10 años. Se aconseja la
institucionalización sólo en último término.
El 80 % de las personas demenciadas son cuidadas por sus familiares.
Esto lleva a un gran cansancio físico y psicológico para los principales
cuidadores.
El abordaje terapéutico abarcará los siguientes puntos:
·
Psicoeducación.
Es importante que el cuidador sepa qué es y cómo evoluciona la enfermedad, los
recursos sanitarios existentes, el uso de fármacos. La información irá
determinada dependiendo de la persona. Así, el cuidador podrá atribuir
conductas de agresividad, irritabilidad, del enfermo a la enfermedad, y no a él
mismo.
·
Aprendizaje de las habilidades de cuidado y autocuidado. Debemos desarrollar la empatía del
cuidador para que entienda mejor al enfermo, pero tampoco en exceso, porque
llevaría a identificarnos en exceso y acabar dañándonos. Le enseñaremos
técnicas de cuidado del enfermo, referentes a la higiene, alimentación, cambios
de posturas para evitar escaras.
Su autocuidado también es
muy importante. Por eso insistiremos en que derive tareas y funciones a otras
personas e instituciones. Todos los días, necesita un tiempo para sí mismo y
para ocio. Debe seguir manteniendo sus relaciones sociales, y hablar de otros
temas que no sea el cuidado del enfermo.
Un problema para
conseguir la delegación de funciones es la codependencia. El cuidador puede
obtener un fuerte beneficio secundario ayudando al cuidado de los demás, pero
sino redistribuye su tiempo, puede llegar a enfermar.
·
El apoyo emocional. Tener un familiar con una demencia produce un duelo complicado, una
ansiedad anticipatoria ante la pérdida. Los cuidadores necesitan un gran apoyo,
ya que tienen mucha contención emocional. Inhiben sus emociones de rabia,
enfado,… al atribuir la conducta del enfermo a la demencia. Pero si estos
sentimientos no se canalizan de forma adecuada, el cuidador puede enfermar a
nivel mental o psicosomático.
La educación emocional es
básica, y consiste en reconocer los diversos sentimientos (tristeza,
preocupación, culpa, impotencia, ira, soledad,…) y expresarlos y canalizarlos
de forma adecuada.
La terapia de grupo tienen muchas
ventajas, porque en éste el cuidador puede encontrar un lugar de apoyo y
comprensión, hablando y compartiendo sus sentimientos con otras personas que se
encuentran en su misma situación.
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