viernes, 29 de marzo de 2013

ENVEJECIMIENTO Y DEMENCIAS


     Demencia tipo Alzheimer. Características generales.

Cuando el sujeto empieza a olvidarse de sus recuerdos puede aparecer una negación ante la enfermedad, ante la posibilidad de perder todos sus recuerdos, que le componen a sí mismo. La demencia es un duelo, una pérdida muy difícil de superar, y que puede remover conflictos intrapsíquicos inconscientes.

Fue el neurólogo alemán Alois Alzheimer (1864-1915), quien dio su nombre a la enfermedad.  Corría el año 1906, cuando observó cambios anormales en el tejido cerebral de una mujer, fallecida por lo que, suponían, era una enfermedad mental “extraña”. Estos cambios, hoy día, se conocen como signos característicos de la enfermedad de Alzheimer.

Se trata de una enfermedad degenerativa de las células cerebrales (neuronas), de carácter progresivo y de origen aún desconocido. Se caracteriza, principalmente, por la aparición lenta de síntomas, que van a ir evolucionando a lo largo de los años. La enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia y supone el 80% de las mismas.

En la fase inicial del Alzheimer, se produce pérdida de memoria y desorientación temporal y/o espacial, en la mayoría de los casos. El paciente es consciente de la enfermedad, e intenta minimizar los síntomas. Es la fase del duelo.

En una segunda etapa, el enfermo pierde fluidez en el lenguaje, tiene dificultades para vestirse y necesita ayuda constante, para realizar las actividades cotidianas. Pueden aparecer ideas delirantes o de persecución, incontinencia, deambulación.

En la fase avanzada, la incapacidad es profunda y el enfermo ya no es capaz de valerse por sí mismo. Su personalidad experimenta alteraciones irreversibles, deja de hablar, no reconoce a sus allegados y presenta incontinencia total o parcial. Asimismo, aumenta la rigidez de sus músculos (va quedando confinado, progresivamente, a una silla de ruedas y, finalmente, a la cama) y aparecen otras complicaciones -ansiedad, angustia, agresividad o depresión-. Se conserva la memoria emocional.

Las características  generales del Alzheimer son:

·         Enfermedad neurodegenerativa (de las células cerebrales -las neuronas-), de carácter progresivo, crónico y de origen desconocido.

·         De progresión lenta.

·         Comienza con problemas de memoria y termina con daño cerebral grave (cerebro con placas seniles y ovillos neurofibrilares).

·         La evolución varía, según la persona.

·         Está íntimamente ligada al envejecimiento.

·         Los pacientes con Alzheimer viven un promedio de entre 8 y 10 años, después de haber sido diagnosticados.

·         Es una enfermedad multifactorial; se compone de factores genéticos y ambientales.

      Reflexión personal sobre el envejecimiento y sus consecuencias (personales, sociales, familiares, etc)

En nuestra sociedad, envejecer tiene una connotación peyorativa negativa. La persona mayor llega a ser vista como un estorbo, que interfiere en la vida que el joven quiere llevar, sin responsabilidades ni lazos que le aten.

En otras sociedades como la japonesa, la persona de tercera edad se considera como sabia, y los jóvenes escuchan sus consejos. Hace pocas semanas, hubo un escándalo en la sociedad japonesa porque uno de sus ministros mencionó que la eutanasia podía ser válida en personas mayores con enfermedades crónicas graves. En Japón, la sociedad cuida a sus mayores con benevolencia, hasta el día que se mueren.

Sí que es cierto que a medida que nos hacemos mayores tenemos más posibilidades de enfermar, y de tener enfermedades crónicas. Mi médico de Medicina Interna me dijo: “lo que vayas cogiendo a partir de los 40 ya no se cura, sólo hay remedios paliativos”. Y hay una disminución de la agudeza de los sentidos (oído, vista), disminución de la fuerza muscular, disminución de la memoria, mayor dificultad para solucionar problemas (“me aturullo más ahora de mayor”). Sin olvidarnos de los cambios estéticos, en una sociedad donde el triunfo es sinónimo de belleza.

A medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo aptitudes, facultades,… Decía Neymeyer: “ A lo largo de la vida perderemos todo poco a poco, y lo último que perdemos es nuestra vida”. El envejecimiento es un proceso complicado en el que hay un gran número de duelos. El narcisismo y la pulsión son conmovidos de manera decisiva.

Nos planteamos nuestra vida, y podemos verla vacía de sentido, sin propósito, y cercana la muerte. La espiritualidad, y el haber encontrado un sentido a nuestra vida, predice una mejor adaptación a la vejez.

Pero no debemos olvidarnos de la sabiduría asociada al paso de los años. Se  considera que una persona no puede ser sabia hasta los 50 años. La sabiduría es la capacidad que se desarrolla a través del ejercicio de la mente, especialmente del uso de la inteligencia, la razón y la reflexión. La sabiduría es una capacidad que se vincula normalmente con la edad ya que se considera que una persona, mientras más anciana es, mayor caudal de experiencias, sensaciones y tiempo de vida tiene encima por lo cual su riqueza sensorial, intelectual y emotiva es mucho más grande y está mucho más desarrollado que en el caso de las personas jóvenes. Esto era especialmente entendido así en las civilizaciones antiguas como las egipcias, las griegas, las asiáticas y las precolombinas que tuvieron lugar en América.

Por tanto, el envejecimiento es una pérdida de capacidades y aptitudes, pero tiene un camino hacia una posible sabiduría. El escuchar a nuestros mayores, nos aportará conocimiento y sensatez. Este modelo debe ser tomado por la cultura occidental, y volver a valorar cómo se debe a nuestros mayores.


      Intervención psicológica con cuidadores de personas con demencia tipo Alzheimer.

La enfermedad de Alzheimer suele durar entre 8-10 años. Se aconseja la institucionalización sólo en último término.  El 80 % de las personas demenciadas son cuidadas por sus familiares. Esto lleva a un gran cansancio físico y psicológico para los principales cuidadores.

El abordaje terapéutico abarcará los siguientes puntos:

·         Psicoeducación. Es importante que el cuidador sepa qué es y cómo evoluciona la enfermedad, los recursos sanitarios existentes, el uso de fármacos. La información irá determinada dependiendo de la persona. Así, el cuidador podrá atribuir conductas de agresividad, irritabilidad, del enfermo a la enfermedad, y no a él mismo.

·         Aprendizaje de las habilidades de cuidado y autocuidado. Debemos desarrollar la empatía del cuidador para que entienda mejor al enfermo, pero tampoco en exceso, porque llevaría a identificarnos en exceso y acabar dañándonos. Le enseñaremos técnicas de cuidado del enfermo, referentes a la higiene, alimentación, cambios de posturas para evitar escaras.

Su autocuidado también es muy importante. Por eso insistiremos en que derive tareas y funciones a otras personas e instituciones. Todos los días, necesita un tiempo para sí mismo y para ocio. Debe seguir manteniendo sus relaciones sociales, y hablar de otros temas que no sea el cuidado del enfermo.

Un problema para conseguir la delegación de funciones es la codependencia. El cuidador puede obtener un fuerte beneficio secundario ayudando al cuidado de los demás, pero sino redistribuye su tiempo, puede llegar a enfermar.

·         El apoyo emocional. Tener un familiar con una demencia produce un duelo complicado, una ansiedad anticipatoria ante la pérdida. Los cuidadores necesitan un gran apoyo, ya que tienen mucha contención emocional. Inhiben sus emociones de rabia, enfado,… al atribuir la conducta del enfermo a la demencia. Pero si estos sentimientos no se canalizan de forma adecuada, el cuidador puede enfermar a nivel mental o psicosomático.

La educación emocional es básica, y consiste en reconocer los diversos sentimientos (tristeza, preocupación, culpa, impotencia, ira, soledad,…) y expresarlos y canalizarlos de forma adecuada.

La terapia de grupo tienen muchas ventajas, porque en éste el cuidador puede encontrar un lugar de apoyo y comprensión, hablando y compartiendo sus sentimientos con otras personas que se encuentran en su misma situación.

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