diferentes etapas que se puede atravesar ante el surgimiento de una enfermedad
y con muerte inevitable.
En 1969, Kübler-Ross describió una
serie de etapas que pueden aparecer en torno a la muerte. No tienen porqué
aparecer todas, ni en un orden determinado, sino que dependerá de la
personalidad y la situación de cada persona. Las etapas son las siguientes:
- Negación
«Me siento bien», «esto no me puede estar pasando, no a mí».
La negación es solamente una defensa temporal para el individuo. Este sentimiento es generalmente reemplazado con una sensibilidad aumentada de las situaciones e individuos que son dejados atrás después de la muerte. No admite el diagnóstico, busca otros diagnóticos”. - Ira
«¿Por qué a mí? ¡No es justo!», «¿cómo me puede estar pasando esto a mí?».
Una vez en la segunda etapa, el individuo reconoce que la negación no puede continuar. Debido a la ira, esta persona es difícil de ser cuidada debido a sus sentimientos de ira y envidia. Cualquier individuo que simboliza vida o energía es sujeto a ser proyectado resentimiento y envidia. - Negociación
«Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier cosa por un par de años más», “si salgo de esta seré bueno”.
La tercer etapa involucra la esperanza de que el individuo puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte. Usualmente, la negociación por una vida extendida es realizada con un poder superior a cambio de una forma de vida reformada. Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente pudiera tener más tiempo...». Trata de pactar con su entorno y fuerzas superiores. - Depresión
«Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»; «extraño a mis seres queridos, ¿por qué seguir?»
Durante la cuarta etapa, la persona que está muriendo empieza a entender la seguridad de la muerte. Debido a esto, el individuo puede volverse silencioso, rechazar visitas y pasar mucho tiempo llorando y lamentándose. Este proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y cariño. Aparece la resignación, la tristeza y el autodesprecio.No es recomendable intentar alegrar a una persona que está en esta etapa. Es un momento importante que debe ser procesado
·
Aceptación
«Esto tiene que pasar, no hay solución, no puedo luchar contra la realidad, debería prepararme para esto, he vivido bien, lo he hecho bien»
La etapa final llega con la paz y la comprensión de que la muerte esta acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere ser dejada sola. Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. El sujeto reclama la presencia de familiares y dona objetos personales. Esta etapa también ha sido descrita como el fin de la lucha contra la muerte.
«Esto tiene que pasar, no hay solución, no puedo luchar contra la realidad, debería prepararme para esto, he vivido bien, lo he hecho bien»
La etapa final llega con la paz y la comprensión de que la muerte esta acercándose. Generalmente, la persona en esta etapa quiere ser dejada sola. Además, los sentimientos y el dolor físico pueden desaparecer. El sujeto reclama la presencia de familiares y dona objetos personales. Esta etapa también ha sido descrita como el fin de la lucha contra la muerte.
Las personas más espirituales y/o que han entendido su
propósito de la vida, tienen menos tristeza y desesperación al final de su vida.
El mundo emocional del cuidador.
El cuidador principal de una persona
enferma tiene múltiples emociones que difícilmente son expresadas, pudiendo
producirle daño a corto, medio y largo plazo.
Los sentimientos que van a aparecer
como culpa, impotencia, miedo, incertidumbre, tristeza, rabia,… son
desagradables, pero necesarios para que el sujeto sobrelleve a medio y largo
plazo la situación. El cuidador se enfrenta a una elaboración de duelo
anticipada, y a la posible aparición de conflictos intrapsíquicos
inconscientes. El terapeuta debe escuchar, y ayudarle a normalizar todas esas
emociones, que son normales. Ante el cuidado de un familiar enfermo, que se va
a morir, no tenemos ni debemos estar sonriendo todo el día, porque con ello no
evitamos la realidad.
Vamos a hablar de las emociones que
aparecen en el cuidado de un paciente terminal:
·
La
tristeza ante el duelo anticipado. La tristeza es inevitable y su
función es ayudar a preparar al cuidador para la pérdida y recuperación de
ella. La pérdida de nuestro familiar es inevitable, y debemos aceptarla, y la
tristeza nos ayudará a ello.
·
Culpa. Surge
en la mayoría de las personas, y se trata de un ejercicio de empatía y en
directa relación con la transgresión y el castigo. La culpa aparece sin haber
hecho nada mal, y el sujeto se siente como un niño avergonzado, sin derecho a
ser amado.
La
culpa puede aparecer como un mecanismo de defensa ante algo que hayamos hecho
mal. Pero puede volverse desadaptativa y negativa, cuando interfiere en la toma
de decisiones respecto al enfermo. Hay que hacerle entender que tiene unos
límites (propios y de la enfermedad del paciente), que es humano, y que lo más
importante es el interés y el esfuerzo que pone de su parte para cuidar a su
familiar. Si el cuidador se siente culpable, puede caer enfermo a nivel
psicológico y físico.
·
Ira. No se
suele manifestar expresivamente, suele haber inhibición. De esa inhibición, son
frecuentes los síntomas psicosomáticos.
El
cuidador puede sentirse desbordado y esto le lleva a estar irritable, colérico.
La ira tiene su función adaptativa, y no hay que negarla, porque pueden
aparecer enfermedades.
·
Miedo. El
cuidador puede tener una diversidad de miedos: miedo a que el enfermo empeore,
miedo a equivocarse con la medicación y los cuidados, miedo a no despertarse si
pasa algo, miedo a lo inevitable,…
El
miedo es adaptativo. Levy define el miedo como la angustia que sentimos ante la
percepción de una amenaza, teniendo en cuenta que una amenaza se convierte e
tal cuando no contamos con los recursos necesarios para resolver el problema.
Por esto, debemos ayudar al cuidador a encontrar recursos para solucionar los
problemas, y sino puede, a buscar ayuda.
·
Soledad. Los
cuidadores suelen tener más sentimiento de soledad que soledad propiamente
dicha. Frecuentemente, se adaptan a la vida del enfermo, y dejan su vida
anterior aislándose. Esto no es bueno, porque el ser humano es un ser social y
necesitamos de los otros.
Aspectos importantes en la
psicoterapia del cuidador.
El tratamiento será único e individualizado, y se adaptará a la situación
y a la personalidad de cada cuidador.
En los cuidadores suele aparecer un
conflicto consciente o no, entre lo que quieren hacer y lo que “moralmente” se
sienten obligados a hacer, que será determinado por los roles y la educación
que haya recibido de pequeño.
El objetivo del tratamiento es hacer
ver al sujeto las emociones que vive, y que las experimente de manera adecuada
y sana. Debemos hacer una historia de vida del paciente, para buscar si
anteriormente ha desempeñado roles de cuidador (a sus hermanos pequeños, luego
a sus hijos,…). Tener en cuenta, que aunque es muy duro y despierta emociones
desagradables cuidar a una persona enferma, podemos encontrar un beneficio
secundario inconsciente que le impide al cuidador, delegar y buscar ayuda.
Estaríamos ante una codependencia.
Debemos incidir en los siguientes
aspectos:
·
Organización,
rutinas y horarios del enfermo: pautas de medicación, horarios de comida,
horarios de higiene, actividad motora (deambulación, ejercicios,…)
·
Buscar
un tiempo para uno mismo. Todos los días deben tener un tiempo para sí mismo,
sin el enfermo. Deben intentar mantener relaciones con sus antiguos amigos, con
otros familiares,… para no romper con su vida anterior, porque cuando fallezca la
persona enferma, debe volver a reorganizar su vida.
·
Delegar
ciertas tareas en otras personas para evitar la sobrecarga emocional y física.
Este puede ser el paso más difícil, porque puede aparecer el sentimiento de
culpabilidad. Si se produce sobrecarga, puede aparecer agotamiento físico,
psicológico extremo y enfermar.
·
La
rabia y la ira son muy frecuentes. Para canalizarlas, el ejercicio físico y la
relajación le pueden ayudar. El ejercicio físico es mejor aeróbico, al aire
libre y si es posible llegar a sudar.
·
El
miedo es muy frecuente. La información, y la crítica ante la información
recibida le ayudará a ganar seguridad en sí mismo.
·
Trabajo
de la autoestima y autoconcepto. El entrenamiento en recursos personales y
estrategias de afrontamiento y solución de problemas, le ayudará a ganar
seguridad.
·
El
autocuidado es primordial. Si él enferma, no podrá cuidar a su familiar. Por
eso, es importante que cuide su alimentación, haga ejercicio, y tenga un tiempo
para sí mismo, y relacionarse con otra gente.
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