jueves, 21 de febrero de 2013

ENFERMEDADES REUMÁTICAS Y PERSONALIDAD


       Tipos de manifestaciones psicológicas y psiquiátricas que pueden darse en las enfermedades reumáticas.

Las enfermedades reumáticas son muy complejas, y los factores que influyen en su aparición son múltiples.

Las diferentes manifestaciones reumáticas son:

·         Reumatismo psicógeno

El reumatismo psicógeno se divide en tres:

ü  Tipo puro: es el trastorno de somatización incluido en el DSM-IV-TR. Se produce un desplazamiento de la angustia desde lo psíquico a lo corporal. Son pacientes que “les duele todo”. El objetivo terapéutico será desvelar el conflicto psíquico subyacente y tratarlo.

ü  Tipo sobreañadido: la persona tiene una enfermedad mental, y otra enfermedad reumática, pero no hay una relación fisiopatológica entre ambas patologías.

ü  Tipo residual: dolor que no se explica de forma biológica, y que aparece como secuela de una lesión en el aparato locomotor.

·         Manifestaciones secundarias frente a las secuelas de la enfermedad reumática

Hay un antes y un después del diagnóstico de una enfermedad reumática. La vida del paciente se verá condicionada con este giro en su vida. Se produce una pérdida, y el paciente se tiene que adaptar a su nueva vida.

 El sujeto puede presentar cansancio físico, pérdida de energía, fatiga, dolor, pérdida de movilidad y de agilidad. Debido a ello, es habitual que aparezcan reacciones emocionales de depresión, ansiedad,…

·         Manifestaciones psiquiátricas consecuencia de la afectación directa del Sistema Nervioso Central

Algunos reumatismos pueden causar otros trastornos afectivos orgánicos, delirium,… los cuales provocan un deterioro cognitivo en el sujeto. Hay que diferenciarlo de la ansiedad o depresión como trastorno mental.

 

La Fibromialgia y las características psicológicas que presenta.

La fibromialgia es una enfermedad reumática que se caracteriza por dolor músculo esquelético difuso y crónico, cansancio y problemas para conciliar el sueño. El 75% de las personas diagnosticadas son mujeres, y en edades comprendidas entre los 12 y 45 años.

 Hasta el momento, no se han encontrado marcadores biológicos o químicos para diagnosticar la enfermedad. Los criterios que se utilizan son subjetivos, y diagnóstico diferencial con otras enfermedades. Son los siguientes:

·         Dolor difuso durante al menos tres meses. Se considera dolor difuso cuando afecta a ambos lados del cuerpo, por encima y debajo de la cintura, y al esqueleto axial.

·         Palpación dolorosa en 11 de los 18 puntos posibles. La palpación debe realizarse con un dedo y la presión aproximada de 4 kg. El paciente debe referir dolor.

·         Ausencia de sueño reparador

·         No se han encontrado causas biológicas que justifiquen estos síntomas.

Otros síntomas que pueden aparecer son: cansancio o astenia, parestesias, cefaleas, dismenorrea, rigidez, dificultad para concentrarse, ansiedad e irritabilidad, cambios bruscos de humor, síntomas depresivos.

El comportamiento ante el dolor es diferente en los enfermos de fibromialgia que en otros pacientes con dolor crónico, por lo que la psicopatología es anterior al dolor, y no secundaria a éste. Estas características son las siguientes: sensación de mala salud, pesimismo, catastrofismo, apatía, desánimo, desinterés, relación psicosocial y familiar deficitaria (familiar aglutinadas, sobreprotectoras), trastornos de relación sexual, irritabilidad, altos grados de incapacidad.

La fibromialgia puede ir asociada a diferentes trastornos mentales:

·         Trastornos conversivos. Puede haber una relación de fibromialgia-trastornos conversivos.

·         Depresión. Los antidepresivos suelen disminuir los dolores de los pacientes con fibromialgia. Y se ha visto que al aumentar los síntomas depresivos aumenta el dolor. Se debe valorar posibles síntomas depresivos, y su forma de expresarlos y hacerlos frente.

·         Síndrome  de fatiga crónica. Los pacientes con fibromialgia pueden tener cansancio extremo. Se ha relacionado la fibromialgia con familias aglutinadas, sobreprotectoras, rígidas, y que evitar los conflictos con los demás. Al inhibir su ira, ésta se puede canalizar a través de dolor en el cuerpo.

Los pacientes con fibromialgia suelen ser muy sobreexigentes consigo mismos, muy responsables y hacen más cosas de las que le corresponden por su rol. Debemos buscar el conflicto psíquico no resuelto y tratarlo.

    Intervención psicológica con pacientes con Artritis Reumatoide.

La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmune y de curso crónico. Los pacientes con artritis, a menudo pasan por una serie de fases hasta que finalmente acaban por aceptar la enfermedad. Primero sufren un gran impacto psicológico al recibir el diagnóstico de artritis reumatoidea, que puede incluso llegar a desorientar al paciente en el tiempo y el espacio. Pasado esto el paciente empieza a rechazar la existencia de la enfermedad utilizando para ello diferentes mecanismos de defensa como la negación, la racionalización, el desplazamiento, etc.

Transcurrido un tiempo el enfermo comienza a interiorizar sus sentimientos y a reconocer la existencia de la artritis. Es frecuente que en esta fase aparezcan estados depresivos que ayuden al paciente a expresar sus sentimientos y a partir de ahí llegar a reconocer la enfermedad y empezar a tratarla.

 La concepción psicodinámica de las enfermedades de tipo autoinmune tienen un componente paranoide y masoquista, en lo que refiere a la propia destrucción del cuerpo y la confusión que se genera en éste.

Debemos evaluar la alexitimia porque puede ser una de las causas del inicio y/o exacerbación de la enfermedad.  Debemos enseñar al paciente a identificar y a expresar sus sentimientos.

Osler afirmaba que la causa de los reumatismos era el sentimiento de culpa. Debemos explorar esa emoción, las tensiones internas  y valorarla en nuestro paciente.

La aparición de la artritis reumatoide suele ir asociada con pérdidas significativas, y luego reflejan de manera simbólica sus síntomas en el cuerpo. La enfermedad le puede provocar deformaciones en las articulaciones, y añadido a esto suelen sufrir distorsiones de su propia imagen corporal, que tiene relación con la dismorfofobia.

Suelen ser personas que inhiben y reprimen su agresividad y hostilidad. Se debe ayudar a canalizar de forma adecuada estos sentimientos, que se van acumulando en su cuerpo.

Suelen ser personas que les afecta mucho la evaluación negativa, muy sensibles al “qué dirán”.

Los pacientes con artritis reumatoide suelen tener un Super Yo muy rígido, al igual que sus articulaciones, y mucha dificultad para disfrutar. El tratamiento irá dirigido a flexibilizar su Super Yo y que sean capaces de gozar más de la vida misma. Para ello, debemos averiguar el conflicto inconsciente que subyace a su problema, conectando sus aspectos pasados con su presente y su enfermedad, y haciendo su historia de vida.

Suelen ir asociados cuadros depresivos, que deben ser tratados para facilitar un mejor ajuste con la enfermedad.

 

miércoles, 20 de febrero de 2013

ANOREXIA Y BULIMIA


Las características más importantes de la anorexia nerviosa.

Los  Síntomas de la anorexia son:

·         Negativa a mantener el peso corporal por encima de un peso normal mínimo parar edad y altura, por ejemplo, pérdida de peso dirigida mantener el peso en 15 por ciento por debajo del esperado

·          Intenso temor a aumentar de peso o engordar, aun cuando tenga peso insuficiente.

·         Percepción distorsionada del peso, tamaño o figura de su cuerpo.

·          En las mujeres, la ausencia de por lo menos tres ciclos menstruales consecutivos.

En general,  una persona tiene anorexia si se observa los siguientes tres síntomas  de alarma constantes y esenciales:

·         Peso corporal anormalmente bajo.

·          Mantenimiento deliberado de ese peso corporal mediante dieta, ejercicio, abuso de laxantes o diuréticos, o una combinación de los tres.

·         Síntomas de inanición.

El rasgo común de este desorden alimenticio, es el intentar  mantener el control  sobre la cantidad de comida que se ingiere. Periodos de ayuno, conteo obsesivo del contenido calórico de los alimentos, el ejercicio compulsivo, y/o la purgación después de una comida regular, son los síntomas otros de estos síntomas. En muchos casos estas personas aparentan tener hábitos alimenticios normales con algunos periodos de restricción. Los anoréxicos son conocidos por comer dulces,  grandes cantidades de café y/o fuman.

Los desórdenes alimentarios, el miedo a la obesidad  y las conductas extravagantes en relación con la comida son algunos de los principales síntomas.

Los anoréxicos tiene una marcada tendencia a la inanición, acompañada por un temor e irracional hacia los alimentos. Se niegan a comer, tienen terror a aumentar de peso, se vuelven incapaces de reconocer los riesgos que eso provoca y oscilan permanentemente entre la hiperactividad y la depresión.

La adicción a las drogas es una característica bastante frecuente entre estas pacientes así como su tendencia a la depresión y a la ansiedad. Además, suelen fracasar en sus relaciones sentimentales.

Kraepelin y López Ibor plantean la anorexia como una expresión o manifestación somáticas  de una depresión enmascarada que se origina en la adolescencia, y se relaciona con la alexitimia. Estas pacientes tienen dificultades para describir verbalmente su estado afectivo, siendo incapaces de reconocer su estado y cambios corporales (hambre, fatiga, saciedad, ansiedad, etc.).

Bruch, caracteriza a esos pacientes con un trastorno de la imagen corporal y del concepto de cuerpo, trastorno de la percepción en los estímulos internos del cuerpo, y con un sentimiento de incapacidad en todos los aspectos de su vida. Estos sujetos, intentarían controlar su peso en un intento desesperado de “controlar” algo en sus vidas.

El terapeuta debe buscar el significado psicodinámico que encierra esta patología y posteriormente tratarlo. Suelen ser personas con alta dependencia y escasa autonomía.

 

      Características más importantes del abordaje terapéutico con pacientes con bulimia.

La bulimia podría relacionarse con la anorexia y verse como dos polos contrarios, como la manía o la depresión. Pero no se tiene que pasar por la anorexia para ser bulímico ni al contrario. Se ha visto que no todo el mundo puede ser anoréxico, ya que la mayoría de las personas después de un tiempo de deprivación de comida, tienen impulsos de comer de forma desaforada. Sólo son anoréxicos los que pueden, no los que quieren (necesitan una predisposición biológica). Así, la bulimia suele surgir después de una dieta restrictiva.

Las características más importantes de los pacientes con bulimia son:

·         Son pacientes confusas, que no identifican bien las señales que emite su cuerpo. Se podría relacionar con alexitimia, ya que la tensión que notan en el estómago y en el pecho la relacionan con hambre, y no con angustia o ansiedad. Frecuentemente la madre puede tener alguna patología psíquica.

·         Comen compulsivamente como mecanismo defensivo de negación. Estadísticamente se ha encontrado una relación significativa entre abuso sexual en la infancia y bulimia.

·         La bulimia se relaciona directamente con la regresión a la sexualidad de tipo oral. El objeto a reencontrar es la figura materna que ha sido desplazado y colocado en la comida como acto de incorporación y posterior expulsión. Hay que revisar la relación madre-hijo. El paciente tiene un alto grado de narcisismo, y dificultades en el proceso de dependencia-independencia.

·         Algunas de estas personas han sufrido importantes episodios de pérdidas y/o abandonos por parte de sus figuras principales.

·         Aparecen procesos de transferencia y contratransferencia, donde se muestra la oralidad primaria junto con un importante sentimiento de autodestrucción y dependencia.

Es importante trabajar el vínculo con la madre, y ayudar al proceso de independencia y autonomía del sujeto.

      Opinión personal que te sugieren los trastornos de alimentación y su relación con la sociedad en que vivimos.

Los trastornos de alimentación están muy relacionados con factores culturales y sociales actuales. Estos trastornos, han aumentado de forma considerable en el siglo XX. La delgadez como sinónimo de éxito, se encuentra en todos los sectores de la población, siendo los medios de comunicación uno de los grandes propulsores. Los anuncios de modelos bellas y delgadas, actrices, presentadoras de televisión,… reflejan unos cánones de belleza de extrema delgadez, y prioritarios. Sólo hay que ver algún programa del corazón, u hojear alguna revista como el “Hola”, y leeremos comentarios del tipo: “Son ricos, famosos, y guapos, ¿qué se necesita más para ser feliz?” Mujeres famosas como Kate Moss, Nieves Álvarez, la actriz que interpretaba a Ally McBill, son ejemplos de mujeres que representan modelos a seguir por nuestras adolescentes. Comentarios en los corrillos de chicas adolescentes del tipo: “yo soy como cualquiera de las chicas que sale por la tele, y voy a conseguir estar tan delgadas como ellas”, es muy habitual.

En la adolescencia, la autoestima llega a estar dominada en muchas personas por el ámbito de lo físico. No existen otras características a valorar, como la inteligencia, la bondad, la empatía, el esfuerzo, las cualidades deportivas, la creatividad, la habilidad manual,… Las chicas que son anoréxicas restrictivas suelen tener una responsabilidad extrema, e intentan controlar el peso porque consideran que estar delgada es sinónimo de éxito.

El querer estar delgado sólo por una imagen física y no por salud; las dietas rápidas como la dieta Dunkan que puede generar graves consecuencias en nuestro organismo; las famosas dietas de las actrices y modelos de Hollywood,… hacen que muchas de nuestras adolescentes y mujeres jóvenes, quieran hacer lo mismo. Y se sabe que uno de los factores de riesgo precipitantes de la anorexia y la bulimia, es una dieta restrictiva.

La persona anoréxica cuanto más adelgaza más delgada quiere estar. Aparece la pulsión de muerte, y hasta que no vuelve a coger peso, la enfermedad y las obsesiones siguen empeorando. Hay una alteración en su imagen corporal que hay que trabajar, porque aunque se “mira” en el espejo, no es capaz de “observar” su estado de inanición y de enfermedad.

En la adolescencia, la mayoría de las personas  quieren ser iguales. No se observan las diferencias individuales, las virtudes y los defectos de cada uno. Es necesario la aceptación de cada uno como somos, y la búsqueda de nuestro propio camino. Valorarse en las diferentes áreas que nos constituyen como personas: físico, intelecto, constancia, cualidades deportivas, creatividad, empatía, bondad,… Y los diferentes roles: rol de hijo, hermano, estudiante, amigo, pareja,… Cuando la importancia de lo físico supera lo demás, y se cree que el éxito sólo se alcanza “si y solo si” estás “buenísimo-a” y para ello debes estar delgado, este aspecto dominará el resto de nuestra vida, y podremos caer fácilmente en un trastorno alimentario, como la anorexia o la bulimia. Si vemos el área física como una más, y la alimentación básica, pero no sólo para mantenernos delgados, sino por nuestra salud, será más difícil que aparezca un problema alimentario.

Desde el estado, las instituciones, los colegios, la propia familia,  se deben fomentar conductas saludables como una dieta sana y hacer ejercicio regularmente, y alarmar sobre las consecuencias de la anorexia o la bulimia.

 

TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS EN LA INFANCIA


       Características específicas de los trastornos psicosomáticos en la primera infancia.

Un número de trastornos psicosomáticos aparecen sólo en ciertos momentos del desarrollo y suponen la manifestación de conflictos vinculados a determinadas fases.

Un mismo síntoma tiene diferente significado dependiendo del momento evolutivo en que aparezca. Se debe relacionar siempre síntoma con la edad mental y biológica del niño, sus padres, su familia, la escuela,… y su momento personal respecto a su entorno.

La identificación y tratamiento de conflictos en la infancia tiene gran importancia, ya que muchos de los trastornos psicosomáticos que aparecen en la edad adulta constituyen una regresión a la infancia. Esto conlleva una resomatización de los conflictos psicológicos que ya han sido mentalizados.

Debemos descartar cualquier causa orgánica de los síntomas. Si el niño no tiene nada orgánico, entonces debemos trabajar su relación vincular con su madre y la forma de relacionarse su familia. Así, debemos abordar estos dos frentes:

·         La evaluación y tratamiento de la relación madre-hijo.

En los meses de embarazo y tras el parto se produce un estado de simbiosis entre la madre y el bebé, primero de manera física, ya que el bebé forma parte de la madre y después de manera más simbólica, de manera que ambos estén íntimamente unidos en entidades independientes y diferenciadas. Poco a poco la madre debe ir dejando espacio al bebé para separarse del todo y que sean dos personas completamente diferenciadas. Puede que la madre tenga muchas angustias en cuando a la separación de su hijo y esto le lleve a mantener ese estado de perfecta simbiosis, lo cual supone que en muchas ocasiones la madre descargue y desplace sus propias ansiedades sobre el cuerpo de su hijo, produciéndose en ese momento la somatización de éste como mecanismo defensivo. Cuando el niño empieza a mejorar, la madre puede empezar a padecer el mismo cuadro que su hijo.

La forma de comunicarse la madre con su hijo es fundamental. Debemos explorar cómo es el vínculo del niño con su padre, posibles conflictos de la pareja, deseo de ser madre, forma de llevar el embarazo y el parto,… Algunas madres no son capaces de expresar amor a sus hijos, o no saben expresarse de forma adecuada con el niño. Esta comunicación dañina, condicionará la relación de ambos en el futuro, e influirá en la formación de personalidad del pequeño. Por esto, se debe explorar, detectar y tratar en la medida de lo posible.

 

·         La dinámica familiar.

El trastorno psicosomático del niño, suele estar relacionado con la forma de interactuar de la familia, que son patrones de comportamiento y de expresión de emociones generacionales.

 

       Alteraciones alimenticias en la primera infancia.

Las alteraciones alimenticias que se producen en el segundo semestre son:

·         Mericismo

El mericismo es un vómito autoprovocado, en el cual el niño rechaza una parte importante de la alimentación suministrada, pero una porción de ella la utiliza para rumiarla. El mericismo aparece más a menudo cuando el niño está sólo.

Desde un punto de vista psicoanalítico, el mericismo es una especie de juego, en el cual el niño lleva a cabo una experiencia repetitiva de la pérdida o rechazo del objeto, en este caso la porción de comida, y su reencuentro posteriormente. Hay un desinterés grande en todo lo que le rodea, obsesionándose con la rumiación de la comida. El desinterés que muestra por su entorno, ha sido asociado al aislamiento típico de los autistas.

Este cuadro es uno de los más graves de los trastornos psicosomáticos de los lactantes, pudiendo llegar el niño a enfermar por no ingerir suficiente alimento. Muchos niños llegan a ser ingresados en el hospital.

Se suele dar en niños disminuidos psíquicos, autistas.  Si el niño no tiene ningún problema de este tipo, debemos valorar la existencia de  malos tratos en la familia, y la relación madre-hijo, que puede estar deteriorada.

·         Anorexia

La anorexia durante el segundo semestre del niño es muy común, siendo la mayoría benignas y fácilmente tratadas. A veces, surge como parte del proceso de adaptación  por el destete o una modificación del horario de los niños.

En el segundo semestre de la vida, el niño empieza a diferenciarse de la madre. Aparece un oposicionismo de no comer por parte del niño. La madre está preocupada porque el niño no aumente de peso y le obliga a comer. Cuanto más le obligue, más oposición aparece por parte del infante. Algunos autores psicoanalistas, piensan que el origen de este cuadro está en que la alimentación supone para el niño una amenaza al considerarla un resto de la madre.

No se han encontrado datos que puedan relacionar esta anorexia con la que aparece en la adolescencia.

Los trastornos de la eliminación que pueden darse en la segunda infancia y a qué pueden deberse.

Los trastornos de eliminación son dos:

·         Enuresis

 La enuresis es la pérdida de orina en niños mayores de 5 años, que se produce 2 veces a la semana durante 3 meses consecutivos.  Puede ser diurna, nocturna o mixta. Hay dos tipos de enuresis:

ü  Enuresis primaria. El niño no ha llegado nunca a controlar el esfínter. Suele haber un problema de maduración, pero el niño llegará a controlar el esfínter, aunque más tarde que los demás niños. Un 1% de los niños de 11 años se siguen haciendo pis en la cama.

ü  Enuresis secundaria. El niño controlaba ya los esfínteres, y por alguna razón se produce una regresión y se vuelve a hacer pis. Es esta enuresis la que es objeto de tratamiento por parte del psicólogo. Aunque sólo el paso del tiempo produce que el niño solo vuelva a controlar los esfínteres, es conveniente explorar el posible conflicto existente y resolverlo. Si no se soluciona,  puede haber consecuencias  en la formación de personalidad del niño.

Los estudios psicológicos sobre la enuresis lo consideran como una manera de descargar orina que sustituye a otras formas posibles como la agresividad y/o el placer erótico. La teoría más extendida es que este síntoma supone una oposición hacia los padres y una manipulación a todo el entorno familiar. Es muy común con el nacimiento de un hermano.

·         Encopresis

La encopresis es la eliminación de heces en la ropa, o en lugares que no sea el baño. Se debe dar al menos 1 episodio durante un periodo de 3 meses y la edad mental  del niño es de 4 años o superior.  Hay dos tipos de encopresis:

ü  Encopresis primaria. El niño no ha llegado nunca a controlar el esfínter. Es más frecuente en familias mal integradas en la sociedad, con poco control de impulsos y normas de disciplina. Los niños suelen ser violentos e impulsivos. El objetivo de tratamiento es establecer rutinas y horarios.

ü  Encopresis secundaria. El niño sufre una regresión, como consecuencia de una frustración (nacimiento de un nuevo hermano, alejamiento de la madre, inicio del colegio, etc.). Antes de que el niño esté preparado, se les exige controlar las heces. Debemos abordar la relación madre-hijo, y acercar al padre emocionalmente si está alejado de los niños.

TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL, MENOPAUSIA, EMBARAZO


Características más relevantes del Trastorno Disfórico premenstrual.

El síndrome premenstrual afecta aproximadamente al 75% de las mujeres en edad reproductiva y consta de múltiples síntomas físico-emocionales de intensidad leve a moderada que no interfieren con la vida diaria de la mujer. Por el contrario el trastorno disforico premenstrual es una forma grave del mencionado síndrome caracterizado por depresión, irritabilidad y tensión severas antes de la menstruación. Afecta al 3-8% de las mujeres en edad reproductiva. Los síntomas inician generalmente hacia los 20 años de edad, pero las mujeres no buscan ayuda habitualmente hasta 10 años después.
Las causas no se han identificado, aunque parece que los factores sociales, culturales, biológicos y sicológicos están todos involucrados.
Los síntomas del trastorno disfórico premenstrual son similares a los del síndrome premenstrual, pero generalmente más severos y debilitantes. Los síntomas se presentan durante la última semana de la mayoría de los ciclos menstruales y generalmente mejoran tres días después del comienzo del sangrado menstrual. El cuadro es discapacitante con respecto a la actividad diaria, especialmente en el área social.
Los síntomas que presenta son los siguientes:

·         Afectivos: tristeza, ansiedad, cólera, irritabilidad, labilidad emocional, etc.

·         Dolores: cefaleas, mastalgia, musculoesqueléticos, etc.

·         Autónomos: palpitaciones, sofocos, naúseas.

·         Balance líquido: ganancia de peso, pesadez, etc.

·         Cognitivos: disminución de la concentración, indecisión, paranoia, hipersensibilidad, etc.

·         Neurovegetativos: insomnio, hipersomnia, anorexia, ansias de comer, fatiga, etc.

·         Dermatológicos: acné, pelo seco o graso, etc.
No hay hallazgos en un examen físico o pruebas de laboratorio específicos para el diagnóstico del síndrome disfórico premenstrual.

       Factores que influyen en la menopausia.

Hay una serie de factores psicológicos específicos y no específicos que pueden influir en la adaptación de la menopausia, y son los siguientes:

·         Actitud y expectativas ante la menopausia: la actitud de la mujer ante la menopausia variará de una mujer a otra, y dependerá de la percepción que tenga de ésta. Dicha actitud se forma a lo largo de toda su vida, y depende de la cultura que le rodee, el nivel social, y la percepción del afrontamiento de la menopausia de su madre, sus tías,…

Algunas mujeres ante la inminente aparición de la menopausia, expresan una “actitud de lucha” como forma defensiva en contra del sentimiento de pérdida y deterioro que supone la menopausia. Pueden emplear dos mecanismos defensivos para evitar esta angustia:

ü  Hiperactivación y negación de la menopausia, tratando de quedarse embarazadas, o bien

ü  Desplazamiento de la angustia hacia otros aspectos de su vida (aumento de ocupaciones y tareas diarias, necesidades, relaciones,…

·         Experiencia menstrual: cómo la mujer haya vivido la menarquia, es predictora de cómo llevará la menopausia. Si la menarquia aparece en edades muy tempranas, la niña lo experimenta de forma mucho más negativa. Pueden aparecer miedos a embarazos, miedo a su sexualidad adulta,… El momento emocional de la niña, y la aceptación de su nueva condición como mujer, son otros dos factores que debemos tener en cuenta.

Además, cuando la premenopausia aparece con irregularidades en los ciclos o hemorragias menstruales anormales se produce un deterioro mayor de la salud psíquica.

·         Femineidad: la menopausia tiene valor simbólico, asociándose con la pérdida de la capacidad reproductiva y la feminidad. Por eso, las mujeres con problemas en su identidad sexual son más vulnerables ante la menopausia.

Freud definía la menopausia como un símbolo relacionado con el duelo, la melancolía y por tanto la depresión. Supone una etapa de desexualización.

Las mujeres más vulnerables a trastornos psicológicos con la menopausia son aquellas que han desempeñado papeles muy femeninos desde un punto de vista social. En cambio, las mujeres que han tenido actividades más variadas, y con una identidad sexual femenina afianzada, son más sanas.

·         Personalidad: las mujeres con rasgos más neuróticos son las que más síntomas padecen, tanto a nivel emocional como quejas somáticas y vegetativas. La menopausia no es un suceso vital en sí mismo, pero sí puede actuar como elemento estresante en mujeres con trastornos psíquicos. El abordaje terapeútico variará según los rasgos personales de la mujer (histéricos, fóbicos, narcisistas,…).

Las mujeres más vulnerables con la menopausia se caracterizan por:

ü  Altos índices de hipocondría, histeria y depresión.

ü  Mujeres muy ansiosas, insatisfechas, exigentes y frustradas.

ü  Han desempeñado roles muy femeninos.

·         Antecedentes personales de trastorno psiquiático: las mujeres que han sufrido trastornos psiquiátricos anteriormente, van a sentir de forma más adversiva los síntomas de la menopausia, sobre todo los síntomas vasomotores.

 

     El proceso de embarazo y los factores psicológicos que influyen en él.

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Durante la gestación la mujer atraviesa por una serie de modificaciones en relación a su cuerpo, que van acompañadas por manifestaciones psíquicas: cuerpo cambiante y extrañado, continente y contenido. Se modifica la imagen que tiene de sí misma y se entrelaza con fantasías y representaciones. Algunas mujeres van a tener miedo de no volver a recuperar su aspecto previo al embarazo, lo que puede dañar su narcisismo.

Al comienzo del embarazo aparece la "hipersomnia". La mujer siente que necesita dormir mucho más que lo habitual. Desde el punto de vista psicológico este síntoma corresponde a su identificación con el feto. Ella es de alguna manera su hijo y necesita mucho de su propia madre. Se movilizan afectos y recuerdos antiguos que la futura mamá necesita rever y recrear para adaptarse a su nueva situación e ir conectándose con el hijo que lleva dentro. La "Naturaleza" es sabia y le da tiempo para realizar este proceso.

El embarazo es un tiempo de reflexión. La mujer revisará sus vínculos y se irá armando una imagen de sí misma y de sus modelos de cómo ser madre. Las madres de ahora son generalmente diferentes a las de antes. Los padres también. Ahora los hombres se permiten la ternura y la expresión de sus afectos. Pueden participar y es muy importante que lo hagan, tanto del embarazo como del parto y del placer de la paternidad. A la mujer le pueden entrar miedos sobre la viabilidad y salud del feto y el temor a no ser una buena madre. El temor a una posible malformación del feto aparece al principio del embarazo, e influyen factores como conductas de riesgo previas, antecedentes de abortos o muertes perinatales,…

Para el padre el embarazo es un tiempo de pruebas. Tolerar que su mujer esté "ocupada" por un desconocido lo hace sentir muchas veces afuera, excluido. Con el nacimiento del niño, hay una crisis familiar. Se deja de ser dos para convertirse en una triada, lo que puede reactivar conflictos no resueltos en la fase edípica. Para la adaptación del padre, influirá mucho si la paternidad es deseada o no.

Los cambios corporales también movilizan los aspectos sexuales de la pareja. Amor, humor y flexibilidad son elementos que ayudan en tiempos de cambio. El ensimismamiento y algunos posibles síntomas físicos como náuseas, malestares o somnolencia durante los primeros meses indican que algo nuevo está pasando. No todos los hijos son deseados. No todas las mujeres quieren ser madres. Las situaciones no son todas iguales y muchas veces los cambios deseados o no son difíciles de manejar.

Si la pareja tiene otros hijos el papá se verá mas exigido a ocuparse de ellos. El nacimiento de un bebé es una crisis vital normal que afecta a toda la familia. La vida actual es complicada. Las mujeres deberán pensar cómo harán después del nacimiento, para armonizar maternidad, pareja, familia, trabajo y/o estudio sin olvidarse de sí mismas.

El segundo trimestre coincide con la formación de la placenta. La mujer se conecta nuevamente con el mundo exterior. Ya está adaptada al embarazo y la panza se empieza a ver. El reconocimiento de los movimientos fetales hace que se intensifique la comunicación entre ambos y que el futuro bebé ocupe un lugar tangible en la familia. Si no nota los movimientos fetales pueden aparecer miedos y ansiedad.

Con el tercer trimestre el parto se acerca inexorablemente. La buena preparación física y psicológica para la maternidad la ayudarán a tener el mejor parto posible, a prevenir la depresión post parto y a disfrutar plenamente de la relación con el bebé.

 

 

 

 

ASMA BRONQUIAL Y FAMILIA


       ¿En qué consiste el asma bronquial?

La definición de asma más satisfactoria es la propuesta por el documento Global Strategy for Asthma Management and Prevention (GINA), (Scheffer, 1995), según la cual:

“El asma es un trastorno crónico inflamatorio de las vías aéreas en el que están implicados muchos elementos celulares, particularmente mastocitos, eosinófilos y linfocitos T. En los individuos susceptibles, esta inflamación ocasiona episodios de sibilancias, disnea, tirantez torácica y tos, sobre todo por la noche y/o primeras horas de la mañana. Estos síntomas se asocian por lo general con obstrucción generalizada y variable del flujo aéreo que, con frecuencia, revierte espontáneamente o con el tratamiento. La inflamación también produce un aumento de la respuesta de las vías aéreas a estímulos diversos”.

El asma tiene un control genético importante y los estudios con gemelos atribuyen el 50% de la enfermedad a la heredabilidad. Pero los factores medioambientales también cumplen un papel importante: atopia (una modalidad de respuesta inmunológica anómala), carga alergénica, factores maternos y perinatales, infecciones respiratorias precoces, dieta, humo de tabaco y contaminación atmosférica.

La ansiedad actúa de factor modulador en el curso del asma. Así, las puntuaciones altas en ansiedad, constituyen un factor de riesgo de mala evolución en sujetos asmáticos. El asma se puede relacionar con personalidades tipo fóbicas que protegen su espacio mediante una reacción corporal de auténtico rechazo a lo externo.

La clasificación del asma se ha basado en el estado inmunológico del paciente (atópico o no atópico) y en la sospecha o demostración de que diversos alérgenos inhalantes provoquen o no los síntomas respiratorios. Se puede distinguir:

·         Asma extrínseca, cuando se puede identificar el estímulo patogénico. Puede ser atópica o no atópica.

·         Asma intrínseca, cuando no se conoce la patogenia. Suele ser el asma de aparición tardía y evolución crónica. Es en este tipo de asma donde debemos detectar posibles conflictos psíquicos del paciente.

·         Asma profesional, cuando ocurre por inhalación de sustancias químicas en el puesto de trabajo.

La que más nos interesa en el tratamiento psicológico sería:

·         Asma intrínseca, que se suele desarrollar por un conflicto psicológico.

·         Asma en general que no reacciona de forma adecuada al tratamiento médico. Probablemente la ansiedad y el afrontamiento a las situaciones no está siendo adecuado, y por ello no se regula la enfermedad.

 

      Asma bronquial y su relación con la familia.

La influencia del asma en la dinámica familiar se ha demostrado en diversos estudios. Los trastornos de la dinámica familiar actuarían agravando los síntomas del asma. Así, no debemos olvidar de tratar el sistema familiar en los casos de asma, ya que el niño asmático sería el síntoma más evidente, pero el asma estaría mantenido o agravado debido a conflictos entre otros miembros de la familia.

La familia suele ser aglutinada, con fronteras muy débiles,  rígida, con falta de autonomía y privacidad. Suelen evitar conflictos, y para ello no los expresan, apareciendo una conflictividad crónica reprimida. Hay problemas a la hora de resolver los conflictos.

Los padres suelen ser infantilizados, con poca iniciativa y/o autonomía a la hora de organizar vacaciones o salidas familiares. Intentan evitar conflictos, a veces con falta de límites por miedo a romper a la familia. Todo esto influye en la relación entre hermanos, apareciendo rivalidad y resentimiento  entre ellos y trastornos de conducta y adaptación.

Se rotula al niño asmático como enfermo e incapaz, aumentando su dependencia, falta de autonomía y disminución de la autoestima y autoeficacia.

Un estudio de Minuchin desde la perspectiva sistémica corrobora los anteriores datos. Este estudio se realizó en el Departamento de Psiquiatría con la colaboración del Centro para Alergias de pediatría y el Centro de Terapia Familiar y Relacional de Roma.

Minuchin consideró que las familias con niños asmáticos se caracterizaban por:

·         Aglutinamiento: escasa definición de las fronteras generacionales e interindividuales.

·         Hiperprotección recíproca.

·         Rigidez en las reglas comunicativas en la resistencia al cambio.

·         Falta de resolución del conflicto, tendencia a evitar las tensiones explicitaciones de desacuerdo, respecto a las cuales el síntoma actúa de mecanismos homeostáticos de protección y encubrimiento.

Los resultados encontrados fueron: altos niveles de aglutinamiento, hiperprotección (sobre todo por parte de la madre), falta de resolución de conflictos y rigidez significativamente superiores a los del grupo de familias sin hijos enfermos de asma.

El grado de aglutinamiento era muy alto, lo que impedía la individualización de los miembros de la familia, produciendo un alto grado de dependencia e infantilismo o inmadurez emocional.

Toda la familia se vuelca en el niño, y esto sirve para evitar y no enfrentarse a otros conflictos encubiertos en el sistema familiar.

 

       Surgimiento del asma bronquial desde la corriente psicodinámica.

Las teorías psicodinámicas han teorizado sobre la relación de la madre-niño asmático. Algunos autores han hablado del concepto de “madre asmatógena” que sería una madre sobreprotectora que quiere proteger al niño de cualquier situación amenazante, pero esto sería más una reacción agresiva ante el niño, se trataría de una formación reactiva.

Se define al niño asmático como dependiente, sumiso, características que favorecerán la aparición de la crisis asmática. También puede ser que las crisis asmáticas perjudiquen la autonomía del niño, y éste busque a su madre para que le proteja, apareciendo más inseguridad y dependencia en el pequeño.

Las relaciones madre-niño suelen ser ambivalentes. La madre manifiesta  actitudes de aceptación y rechazo y el niño se mueve desde la autonomía a la dependencia. Así, Miller y Barruch observan que la figura materna de los niños asmáticos era percibida como rechazante, lo que a su vez generaba sentimientos de hostilidad en los niños que sin embargo debían ser protegidos por ellas. Todo ello genera una gran confusión emocional, entre la madre protectora y amorosa a la madre rechazante, junto con la posibilidad de un abandono real. Ante esta situación, el niño puede desencadenar crisis asmática como forma de comunicarse con su entorno, ya que aún no es capaz de expresar su malestar de forma verbal.

 Las crisis asmáticas, al igual que la mayoría de los miedos infantiles, se suelen desarrollar con la separación del niño de la madre, y disminuyen cuando ésta u otra figura querida aparece. El ataque de asma se puede considerar el “llanto reprimido” del niño que necesita de su madre y la reclama de esa manera, porque no sabe hacerlo a nivel verbal. El niño suele ser inseguro, dependiente, y protesta ante la separación de su madre.

La mayor tasa de incidencia del asma es en la infancia y adolescencia, fases del desarrollo muy importantes relacionados con la dependencia y autonomía hacia nuestros progenitores. Los conflictos que no se resuelvan en estos momentos podrán reaparecer más tarde de diversas formas: mediante problemas psicológicos (ansiedad, depresión, miedos,…), o mediante somatizaciones expresando su conflicto a través del cuerpo.