Características específicas de los
trastornos psicosomáticos en la primera infancia.
Un número de
trastornos psicosomáticos aparecen sólo en ciertos momentos del desarrollo y
suponen la manifestación de conflictos vinculados a determinadas fases.
Un mismo síntoma
tiene diferente significado dependiendo del momento evolutivo en que aparezca.
Se debe relacionar siempre síntoma con la edad mental y biológica del niño, sus
padres, su familia, la escuela,… y su momento personal respecto a su entorno.
La
identificación y tratamiento de conflictos en la infancia tiene gran
importancia, ya que muchos de los trastornos psicosomáticos que aparecen en la
edad adulta constituyen una regresión a la infancia. Esto conlleva una resomatización
de los conflictos psicológicos que ya han sido mentalizados.
Debemos
descartar cualquier causa orgánica de los síntomas. Si el niño no tiene nada
orgánico, entonces debemos trabajar su relación vincular con su madre y la
forma de relacionarse su familia. Así, debemos abordar estos dos frentes:
·
La evaluación y tratamiento de la relación madre-hijo.
En los meses de embarazo y tras el parto se produce un
estado de simbiosis entre la madre y el bebé, primero de manera física, ya que
el bebé forma parte de la madre y después de manera más simbólica, de manera
que ambos estén íntimamente unidos en entidades independientes y diferenciadas.
Poco a poco la madre debe ir dejando espacio al bebé para separarse del todo y
que sean dos personas completamente diferenciadas. Puede que la madre tenga
muchas angustias en cuando a la separación de su hijo y esto le lleve a
mantener ese estado de perfecta simbiosis, lo cual supone que en muchas
ocasiones la madre descargue y desplace sus propias ansiedades sobre el cuerpo
de su hijo, produciéndose en ese momento la somatización de éste como mecanismo
defensivo. Cuando el niño empieza a mejorar, la madre puede empezar a padecer
el mismo cuadro que su hijo.
La forma de comunicarse la madre con su hijo es
fundamental. Debemos explorar cómo es el vínculo del niño con su padre,
posibles conflictos de la pareja, deseo de ser madre, forma de llevar el
embarazo y el parto,… Algunas madres no son capaces de expresar amor a sus
hijos, o no saben expresarse de forma adecuada con el niño. Esta comunicación
dañina, condicionará la relación de ambos en el futuro, e influirá en la
formación de personalidad del pequeño. Por esto, se debe explorar, detectar y
tratar en la medida de lo posible.
·
La
dinámica familiar.
El trastorno psicosomático del niño, suele estar
relacionado con la forma de interactuar de la familia, que son patrones de
comportamiento y de expresión de emociones generacionales.
Alteraciones alimenticias en la primera
infancia.
Las alteraciones alimenticias que se producen
en el segundo semestre son:
·
Mericismo
El mericismo
es un vómito autoprovocado, en el cual el niño rechaza una parte importante de
la alimentación suministrada, pero una porción de ella la utiliza para
rumiarla. El mericismo aparece más a menudo cuando el niño está sólo.
Desde un
punto de vista psicoanalítico, el mericismo es una especie de juego, en el cual
el niño lleva a cabo una experiencia repetitiva de la pérdida o rechazo del
objeto, en este caso la porción de comida, y su reencuentro posteriormente. Hay
un desinterés grande en todo lo que le rodea, obsesionándose con la rumiación
de la comida. El desinterés que muestra por su entorno, ha sido asociado al
aislamiento típico de los autistas.
Este cuadro
es uno de los más graves de los trastornos psicosomáticos de los lactantes,
pudiendo llegar el niño a enfermar por no ingerir suficiente alimento. Muchos
niños llegan a ser ingresados en el hospital.
Se suele dar
en niños disminuidos psíquicos, autistas.
Si el niño no tiene ningún problema de este tipo, debemos valorar la
existencia de malos tratos en la
familia, y la relación madre-hijo, que puede estar deteriorada.
·
Anorexia
La anorexia
durante el segundo semestre del niño es muy común, siendo la mayoría benignas y
fácilmente tratadas. A veces, surge como parte del proceso de adaptación por el destete o una modificación del horario
de los niños.
En el segundo
semestre de la vida, el niño empieza a diferenciarse de la madre. Aparece un oposicionismo de no comer por parte del
niño. La madre está preocupada porque el niño no aumente de peso y le obliga a
comer. Cuanto más le obligue, más oposición aparece por parte del infante.
Algunos autores psicoanalistas, piensan que el origen de este cuadro está en
que la alimentación supone para el niño una amenaza al considerarla un resto de
la madre.
No se han
encontrado datos que puedan relacionar esta anorexia con la que aparece en la
adolescencia.
Los trastornos de la eliminación que pueden darse en la segunda
infancia y a qué pueden deberse.
Los trastornos
de eliminación son dos:
·
Enuresis
La enuresis es la pérdida de orina en
niños mayores de 5 años, que se produce 2 veces a la semana durante 3 meses
consecutivos. Puede ser diurna, nocturna
o mixta. Hay dos tipos de enuresis:
ü
Enuresis primaria. El niño no ha llegado nunca a
controlar el esfínter. Suele haber un problema de maduración, pero el niño
llegará a controlar el esfínter, aunque más tarde que los demás niños. Un 1% de
los niños de 11 años se siguen haciendo pis en la cama.
ü
Enuresis secundaria. El niño controlaba ya los
esfínteres, y por alguna razón se produce una regresión y se vuelve a hacer
pis. Es esta enuresis la que es objeto de tratamiento por parte del psicólogo.
Aunque sólo el paso del tiempo produce que el niño solo vuelva a controlar los
esfínteres, es conveniente explorar el posible conflicto existente y
resolverlo. Si no se soluciona, puede
haber consecuencias en la formación de
personalidad del niño.
Los estudios psicológicos sobre la enuresis lo
consideran como una manera de descargar orina que sustituye a otras formas
posibles como la agresividad y/o el placer erótico. La teoría más extendida es
que este síntoma supone una oposición hacia los padres y una manipulación a
todo el entorno familiar. Es muy común con el nacimiento de un hermano.
·
Encopresis
La encopresis es la eliminación de heces en la ropa, o
en lugares que no sea el baño. Se debe dar al menos 1 episodio durante un
periodo de 3 meses y la edad mental del
niño es de 4 años o superior. Hay dos
tipos de encopresis:
ü
Encopresis primaria. El niño no ha llegado nunca
a controlar el esfínter. Es más frecuente en familias mal integradas en la
sociedad, con poco control de impulsos y normas de disciplina. Los niños suelen
ser violentos e impulsivos. El objetivo de tratamiento es establecer rutinas y
horarios.
ü
Encopresis secundaria. El niño sufre una
regresión, como consecuencia de una frustración (nacimiento de un nuevo
hermano, alejamiento de la madre, inicio del colegio, etc.). Antes de que el
niño esté preparado, se les exige controlar las heces. Debemos abordar la
relación madre-hijo, y acercar al padre emocionalmente si está alejado de los
niños.
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