miércoles, 20 de febrero de 2013

TRASTORNO DISFÓRICO PREMENSTRUAL, MENOPAUSIA, EMBARAZO


Características más relevantes del Trastorno Disfórico premenstrual.

El síndrome premenstrual afecta aproximadamente al 75% de las mujeres en edad reproductiva y consta de múltiples síntomas físico-emocionales de intensidad leve a moderada que no interfieren con la vida diaria de la mujer. Por el contrario el trastorno disforico premenstrual es una forma grave del mencionado síndrome caracterizado por depresión, irritabilidad y tensión severas antes de la menstruación. Afecta al 3-8% de las mujeres en edad reproductiva. Los síntomas inician generalmente hacia los 20 años de edad, pero las mujeres no buscan ayuda habitualmente hasta 10 años después.
Las causas no se han identificado, aunque parece que los factores sociales, culturales, biológicos y sicológicos están todos involucrados.
Los síntomas del trastorno disfórico premenstrual son similares a los del síndrome premenstrual, pero generalmente más severos y debilitantes. Los síntomas se presentan durante la última semana de la mayoría de los ciclos menstruales y generalmente mejoran tres días después del comienzo del sangrado menstrual. El cuadro es discapacitante con respecto a la actividad diaria, especialmente en el área social.
Los síntomas que presenta son los siguientes:

·         Afectivos: tristeza, ansiedad, cólera, irritabilidad, labilidad emocional, etc.

·         Dolores: cefaleas, mastalgia, musculoesqueléticos, etc.

·         Autónomos: palpitaciones, sofocos, naúseas.

·         Balance líquido: ganancia de peso, pesadez, etc.

·         Cognitivos: disminución de la concentración, indecisión, paranoia, hipersensibilidad, etc.

·         Neurovegetativos: insomnio, hipersomnia, anorexia, ansias de comer, fatiga, etc.

·         Dermatológicos: acné, pelo seco o graso, etc.
No hay hallazgos en un examen físico o pruebas de laboratorio específicos para el diagnóstico del síndrome disfórico premenstrual.

       Factores que influyen en la menopausia.

Hay una serie de factores psicológicos específicos y no específicos que pueden influir en la adaptación de la menopausia, y son los siguientes:

·         Actitud y expectativas ante la menopausia: la actitud de la mujer ante la menopausia variará de una mujer a otra, y dependerá de la percepción que tenga de ésta. Dicha actitud se forma a lo largo de toda su vida, y depende de la cultura que le rodee, el nivel social, y la percepción del afrontamiento de la menopausia de su madre, sus tías,…

Algunas mujeres ante la inminente aparición de la menopausia, expresan una “actitud de lucha” como forma defensiva en contra del sentimiento de pérdida y deterioro que supone la menopausia. Pueden emplear dos mecanismos defensivos para evitar esta angustia:

ü  Hiperactivación y negación de la menopausia, tratando de quedarse embarazadas, o bien

ü  Desplazamiento de la angustia hacia otros aspectos de su vida (aumento de ocupaciones y tareas diarias, necesidades, relaciones,…

·         Experiencia menstrual: cómo la mujer haya vivido la menarquia, es predictora de cómo llevará la menopausia. Si la menarquia aparece en edades muy tempranas, la niña lo experimenta de forma mucho más negativa. Pueden aparecer miedos a embarazos, miedo a su sexualidad adulta,… El momento emocional de la niña, y la aceptación de su nueva condición como mujer, son otros dos factores que debemos tener en cuenta.

Además, cuando la premenopausia aparece con irregularidades en los ciclos o hemorragias menstruales anormales se produce un deterioro mayor de la salud psíquica.

·         Femineidad: la menopausia tiene valor simbólico, asociándose con la pérdida de la capacidad reproductiva y la feminidad. Por eso, las mujeres con problemas en su identidad sexual son más vulnerables ante la menopausia.

Freud definía la menopausia como un símbolo relacionado con el duelo, la melancolía y por tanto la depresión. Supone una etapa de desexualización.

Las mujeres más vulnerables a trastornos psicológicos con la menopausia son aquellas que han desempeñado papeles muy femeninos desde un punto de vista social. En cambio, las mujeres que han tenido actividades más variadas, y con una identidad sexual femenina afianzada, son más sanas.

·         Personalidad: las mujeres con rasgos más neuróticos son las que más síntomas padecen, tanto a nivel emocional como quejas somáticas y vegetativas. La menopausia no es un suceso vital en sí mismo, pero sí puede actuar como elemento estresante en mujeres con trastornos psíquicos. El abordaje terapeútico variará según los rasgos personales de la mujer (histéricos, fóbicos, narcisistas,…).

Las mujeres más vulnerables con la menopausia se caracterizan por:

ü  Altos índices de hipocondría, histeria y depresión.

ü  Mujeres muy ansiosas, insatisfechas, exigentes y frustradas.

ü  Han desempeñado roles muy femeninos.

·         Antecedentes personales de trastorno psiquiático: las mujeres que han sufrido trastornos psiquiátricos anteriormente, van a sentir de forma más adversiva los síntomas de la menopausia, sobre todo los síntomas vasomotores.

 

     El proceso de embarazo y los factores psicológicos que influyen en él.

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Durante la gestación la mujer atraviesa por una serie de modificaciones en relación a su cuerpo, que van acompañadas por manifestaciones psíquicas: cuerpo cambiante y extrañado, continente y contenido. Se modifica la imagen que tiene de sí misma y se entrelaza con fantasías y representaciones. Algunas mujeres van a tener miedo de no volver a recuperar su aspecto previo al embarazo, lo que puede dañar su narcisismo.

Al comienzo del embarazo aparece la "hipersomnia". La mujer siente que necesita dormir mucho más que lo habitual. Desde el punto de vista psicológico este síntoma corresponde a su identificación con el feto. Ella es de alguna manera su hijo y necesita mucho de su propia madre. Se movilizan afectos y recuerdos antiguos que la futura mamá necesita rever y recrear para adaptarse a su nueva situación e ir conectándose con el hijo que lleva dentro. La "Naturaleza" es sabia y le da tiempo para realizar este proceso.

El embarazo es un tiempo de reflexión. La mujer revisará sus vínculos y se irá armando una imagen de sí misma y de sus modelos de cómo ser madre. Las madres de ahora son generalmente diferentes a las de antes. Los padres también. Ahora los hombres se permiten la ternura y la expresión de sus afectos. Pueden participar y es muy importante que lo hagan, tanto del embarazo como del parto y del placer de la paternidad. A la mujer le pueden entrar miedos sobre la viabilidad y salud del feto y el temor a no ser una buena madre. El temor a una posible malformación del feto aparece al principio del embarazo, e influyen factores como conductas de riesgo previas, antecedentes de abortos o muertes perinatales,…

Para el padre el embarazo es un tiempo de pruebas. Tolerar que su mujer esté "ocupada" por un desconocido lo hace sentir muchas veces afuera, excluido. Con el nacimiento del niño, hay una crisis familiar. Se deja de ser dos para convertirse en una triada, lo que puede reactivar conflictos no resueltos en la fase edípica. Para la adaptación del padre, influirá mucho si la paternidad es deseada o no.

Los cambios corporales también movilizan los aspectos sexuales de la pareja. Amor, humor y flexibilidad son elementos que ayudan en tiempos de cambio. El ensimismamiento y algunos posibles síntomas físicos como náuseas, malestares o somnolencia durante los primeros meses indican que algo nuevo está pasando. No todos los hijos son deseados. No todas las mujeres quieren ser madres. Las situaciones no son todas iguales y muchas veces los cambios deseados o no son difíciles de manejar.

Si la pareja tiene otros hijos el papá se verá mas exigido a ocuparse de ellos. El nacimiento de un bebé es una crisis vital normal que afecta a toda la familia. La vida actual es complicada. Las mujeres deberán pensar cómo harán después del nacimiento, para armonizar maternidad, pareja, familia, trabajo y/o estudio sin olvidarse de sí mismas.

El segundo trimestre coincide con la formación de la placenta. La mujer se conecta nuevamente con el mundo exterior. Ya está adaptada al embarazo y la panza se empieza a ver. El reconocimiento de los movimientos fetales hace que se intensifique la comunicación entre ambos y que el futuro bebé ocupe un lugar tangible en la familia. Si no nota los movimientos fetales pueden aparecer miedos y ansiedad.

Con el tercer trimestre el parto se acerca inexorablemente. La buena preparación física y psicológica para la maternidad la ayudarán a tener el mejor parto posible, a prevenir la depresión post parto y a disfrutar plenamente de la relación con el bebé.

 

 

 

 

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