Características del Síndrome de Colon
Irritable.
Los síntomas principales del síndrome del
intestino irritable son dolor abdominal, llenura, gases y distensión que han
estado presentes durante al menos 3 días al mes durante los últimos 3 meses. El
dolor y otros síntomas con frecuencia:
·
Se reducirán o
desaparecerán después de una deposición.
·
Ocurrirán cuando haya un cambio en la frecuencia de sus deposiciones.
Las personas con este síndrome
pueden alternar entre estreñimiento y diarrea o en su mayor parte tienen uno o
el otro.
·
Las personas con diarrea tendrán heces sueltas y acuosas frecuentes. Con
frecuencia, experimentarán una necesidad urgente de tener una deposición, lo
cual es difícil de controlar.
·
Aquellas personas con estreñimiento tendrán dificultad para defecar, al
igual que deposiciones menos frecuentes. Estas personas con frecuencia
necesitarán hacer fuerza y sentirán cólicos con una deposición. A menudo, no
eliminan nada o sólo una pequeña cantidad de materia fecal.
Para algunas personas, los síntomas
pueden empeorar durante unas semanas o un mes y luego disminuyen durante algún
tiempo. Para otras personas, los síntomas están presentes la mayoría de las
veces.
Las personas con este síndrome
también pueden presentar inapetencia.
A nivel psicológico, son personas
con intensos impulsos hostiles cuyo origen podemos encontrarlo en la relación
con sus progenitores y que a su vez no son capaces de liberarlos de manera
adecuada y lo trasladan a su intestino, produciéndose daños a sí mismos. Suelen
padecer trastorno de pánico.
El cerebro y el sistema digestivo
están íntimamente ligados, influyéndose de forma bidireccional. Las personas
con colon irritable tienen una susceptibilidad genética, y a partir de ahí el estrés es un factor de inicio
y agravamiento de la enfermedad. Cuando el sujeto está mal a nivel digestivo,
también se encuentra mal a nivel anímico, y lo mismo al contrario, cuando está
mal a nivel anímico, le afecta a nivel digestivo.
Psicoterapia de la Úlcera gastroudenal.
El paciente ulceroso es
incapaz de poner en palabras sus sentimientos, la incapacidad de derivar la
tensión psíquica por vía psíquica le lleva a derivarla por vía somática. No se
irrita, no se enfada, le duele la úlcera. No tiene los límites del lenguaje,
sino los de su cuerpo, porque es el lenguaje lo que permite simbolizar lo
psíquico y lo somático. En el ulceroso se produce una alteración en su
anatomía, en lo real, una lesión corporal, a diferencia de la histeria. Se
produce un agujero en su propio cuerpo.
Se produce un acúmulo
de hostilidad en la boca del estómago, porque tienen miedo a hacer daño con esa
hostilidad. Pero esa energía hostil se va acumulando, y llega un momento que
explota, y después se sienten culpables. Se les debe enseñar a ir liberando
gradualmente la hostilidad, y trabajar con la culpa asociada.
La lesión es pequeña, un agujero no mayor de 1
cm, y que tiene una relación narcisística. Suelen ser personas poco
narcisizadas por sus padres, y por tanto su autoconcepto es bajo. Por ello,
toda su vida ha buscado de forma extrema la aprobación de los demás, y por eso
intentan no expresar su hostilidad, aunque es algo inevitable. Lo importante,
es cómo se expresa esa hostilidad, no el no expresarla. Hay que hacerlo de
forma progresiva.
Son personas pseudoindependientes,
y hay que ayudarles a encontrar su propia autonomía. Se comporta como un
psicótico y organiza desde ese agujero la relación con el mundo, a través del
dolor: el horario de comidas, el tipo de comidas, el tipo de relaciones. Pero
ese pequeño agujero en lo más profundo de su cuerpo tiene tal poder que incluso
cambia el aspecto físico del enfermo.
Ayudaremos al paciente
con úlcera a desdramatizar, a que se reconozcan a sí mismos/as con sus propias
limitaciones y aceptándose, fortaleciendo su yo con pruebas de realidad. Tienen
que aprender a relativizar las situaciones o sucesos, ya que no todas son de la
misma gravedad. Por ejemplo, no es lo mismo suspender un examen, que suspender
un curso académico.
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